Asambleas al aire: la arquitectura ambulatoria de una política en suspensión [paper]

Nuestro último paper, una discusión sobre la arquitectura ambulatoria y la política en suspensión de las asambleas. Lo publicaremos en el monográfico que Antón Fernández de Rota y Carlos Diz preparan en la Revista de Antropología Experimental. El artículo en PDF: Asambleas al aire: la arquitectura ambulatoria de una política en suspensión, y más abajo el resumen y la introducción (la imagen es de Daniel Bobadilla):

Las asambleas populares se han convertido en el método y la forma del ejercicio que el 15M ha desplegado en las plazas de Madrid y de otras ciudades de España durante más de un año desde mayo de 2011. Organizadas a través de una precisa metodología, las asambleas al aire constituyen un ejercicio de ocupación rítmica de la calle que sitúa en el primer plano de su práctica política no sólo el discurso sino los cuerpos de sus participantes. En su habitar la calle, las asambleas ejecutan el gesto político más genuino: la aireación de las cosas que nos conciernen. Por ello nos preguntamos por la atmósfera política que las asambleas traen a la ciudad y señalamos dos aspectos singulares. Una arquitectura política ambulatoria caracterizada por el tránsito constante y la preocupación por las prácticas de cuidado. Y un ejercicio que deja a la política en suspensión cuando expone su fragilidad y hace visible sus mismas condiciones de posibilidad.

[English]

Popular assemblies (asambleas populares) have become the method and form of the political practice that the Spanish Occupy movement (15M movement) has deployed over the plazas of Madrid and other towns of Spain for the last year since they appeared in May 2011. Assemblies in the open air are organized following a precise methodology of rhythmic occupation of the street in a political exercise that brings to the fore the bodies of their participants. Inhabiting the urban public space popular assemblies put into practice the most genuine political gesture: that of airing things that concern us. We explore therefore the political atmosphere that assemblies bring into existence in the city and we point out two singular aspects. An ambulatory politics characterized by the urban passing around and preoccupied by caring practices. And an exercise that suspends politics when exposes its fragility and makes public its own condition of possibility.

Miles de personas se reunieron el 25 de septiembre de 2012 para rodear el Congreso de los diputados en Madrid. Era otro de los grandes gestos de protesta multitudinaria que el movimiento 15M había estado animando durante más de un año desde su nacimiento. En ese tiempo las nutridas manifestaciones y las esforzadas asambleas de barrio habían hecho de la calle el lugar paradigmático para su ejercicio político. Aquella tarde, miles de personas recorrieron Madrid desde dos puntos distintos, la plaza de España y la glorieta de Atocha, para encontrarse y concentrarse por unas horas al atardecer cerca del edificio más emblemático de la política institucional. El manifiesto de la convocatoria del 25S – Rodea el Congreso animaba a circundar la cámara “para rescatarla de un secuestro que ha convertido a esta institución en un órgano superfluo” . La iniciativa había visto la luz antes del verano de manera confusa e incompleta; al menos así la calificaban algunos miembros de la asamblea popular del 15M de Lavapiés cuando discutieron el asunto. Apenas se sabía nada de la agrupación que estaba tras ella, denominada En pié, ni tampoco del procedimiento para tomar parte en su organización. El eco del llamado inicial generó en muchas asambleas un intenso debate sobre si debían apoyar la iniciativa, que se tornó en una larga controversia sobre sus carencias metodológicas pues estimaban que no seguía los modos de hacer asamblearios y abiertos propios del 15M. Así fue hasta que miembros de diferentes asambleas populares se involucraron en la organización de la convocatoria, modificaron su metodología y la abrieron a la participación de cualquiera.

El Congreso se había convertido en los meses previos en destinatario habitual de protestas y concentraciones. Algunas de las manifestaciones en las que habíamos participado con final en la Puerta del Sol derivaron de manera improvisada hacia el edificio, situado a sólo unos cientos de metros de la famosa plaza madrileña. Su señalamiento en esta ocasión era un nuevo gesto de rechazo de la política representativa que desde el primer momento el 15M había visibilizado al grito de “no nos representan” y “si tenemos asambleas, ¿gobierno para qué?”. Rodear el Congreso era un ejercicio de impugnación del lugar donde toma residencia y forma material la arquitectura política de la democracia representativa (literal y metafóricamente). Frente a ella, el 15M y el movimiento #Occupy global se presentan como una forma distinta de política.

Una parte de la literatura sobre el movimiento #Occupy global se ha centrado en analizar la especificidad de su propuesta política. Dejando de lado el programa sustantivo del movimiento o la carencia de este y la falta de consenso en torno a sus líneas fundamentales (Lorey, 2011), el análisis se ha concentrado en la propuesta política que encarna el movimiento en sus formas de organización y de asociación política. La materialización de #Occupy en distintas geografías ha sido entendida como una forma de democracia directa que hace de la horizontalidad y la participación su gesto saliente (Rasza y Kurnik, 2012). Otras autoras han visto específicamente en las formas de organización asamblearias un modo de política prefigurativa (Graber, 2009), aquella política que pre-figura y trae al presente en su misma organización el tipo de sociedad que propone y por la que lucha (Maeckelbergh, 2012). En ambos casos se trata de formas políticas en las que diversos autores reconocen su ascendencia en el movimiento alter-globalización (Juris, 2012) y en formas de organización anarquista previas (Graeber, 2011). Nuestro artículo sigue la línea de estos trabajos al preguntarse por la forma política que encarna el 15M, y lo hacemos mediante el análisis del objeto urbano a través del cual este fenómeno se ha articulado en la ciudad: las llamadas asambleas populares que constituyen el método y la forma que ha adoptado su ejercicio político. A través de las asambleas celebradas al aire y vinculadas territorialmente a los barrios el movimiento se ha extendido desde la acampada de la Puerta del Sol al resto de la ciudad.

Bruno Latour se preguntaba en Making Things Public (Latour; Wiebel, 2005), dentro de una amplia indagación sobre las condiciones materiales para el despliegue de la política, “¿cómo sería un estilo de asamblea verdaderamente contemporáneo?” (Latour, 2005: 31). Queremos trasladar la pregunta de Latour al asunto que nos ocupa porque intuimos que el sitio del Congreso evidencia el enfrentamiento visible entre dos modos diferentes de asamblearse: el que encarnan las asambleas del 15M al aire y aquel otro que constituye el parlamento, epítome de la política representativa de las democracias liberales. Dos modos de asamblearse que despliegan arquitecturas políticas distintas, literal y metafóricamente.

Latour (2005: 16) se ha referido al doble significado que moviliza el concepto de representación, un primer sentido que es el que ocupa a la ciencia política y que designa una instancia en la que se habla legítimamente en nombre de otros, y un segundo sentido que se refiere a la práctica fundamental por la cual la ciencia (re-)presenta un objeto de discusión. Con ese doble sentido en mente tomamos inspiración en el análisis de dos tipos de arquitecturas de la representación. El volumen que Peter Galison y Emily Thompson (1999) editan sobre lo que denominan “arquitecturas de la ciencia” constituye un referente que evidencia cómo los edificios de la ciencia (de manera figurada y literal) son activos partícipes de la configuración de ese dominio. O dicho de otra manera, las arquitecturas que dan cuerpo a los laboratorios y centros de investigación materializan las propuestas epistemológicas de la ciencia que cobijan: “los edificios sirven al mismo tiempo como agentes activos en la transformación de la identidad científica y como evidencia de estos mismos cambios” (Galison, 1999: 3). George Stocking (1999) lo ilustra para la disciplina antropológica al describir las controversia que Franz Boas y el conservador Otis Mason mantienen sobre el ordenamiento de los objetos en la exposición del National Museum de EE UU. Una disputa en la cual dos disposiciones espaciales corresponden a teorías antropológicas distintas (evolucionista, para Mason, etnológica, para Boas).

Del otro lado de la representación, el desarrollo de la democracia ha ido acompañado durante los últimos dos siglos del despliegue de arquitecturas que localizan paradigmáticamente el lugar del ejercicio de la política representativa: los parlamentos (Schwarte, 2005). El diseño interior de las cámaras inscribe materialmente en su organización espacial los distintos procedimientos del sistema político: el espacio interior distingue entre representantes y público y la solución que se da a los requerimientos acústicos y visuales evoca en su configuración (en la forma de círculo, semicírculo o elipse) toda una teoría de la deliberación. La historia del diseño parlamentario puede leerse como un relato del acondicionamiento visual y acústico que debe permitir que unos y otros se vean y escuchen mutuamente dentro de la cámara. Jean-Philippe Heurtin (2005) narra cómo se gestan en Francia los primeros diseños de las asambleas revolucionarias a finales del siglo XVIII hasta llegar al diseño y lugar que actualmente ocupa la Asamblea Nacional francesa. Una disposición circular de la cámara se vincula con un principio de igualdad: cualquiera puede hablar desde su posición y ser visto y oído por los demás mientras examinan desde diferentes ángulos esa opinión. Frente al círculo, un semicírculo con un estrado en el centro configura una situación en la que quien habla lo hace frente a una audiencia silenciosa que ha de respetar la legitimidad exclusiva de ese lugar desde el que se discurre en representación de otros. Los parlamentos constituyen por lo tanto un ejercicio de acondicionamiento material de la política: arquitecturas de la representación cuya función no se aleja mucho de la que encarnan los edificios que cobijan a la ciencia.

Paulo Tavares (2008) ha descrito el parlamento británico como “una maquinaria arquitectónica para el discurso en la que el aire trabaja como el medio que garantiza la voz y proporciona las condiciones climáticas adecuadas para que uno espere mientras otros hablan”. Tavares toma inspiración de la idea de Peter Sloterdijk (2005) de que la democracia es un ejercicio de producción de atmósferas, un trabajo que establece las condiciones que nos permiten el logro compartido del vivir en común. En un ejercicio de irreverencia ontológica Sloterdijk propone a los invernaderos de cristal que se construyen en el siglo XIX en el Reino Unido como ejemplo paradigmático de técnica para la coexistencia. El diseño de esos envoltorios de hierro y metal constituye un ejercicio de producción de una atmósfera climática que nos permite convivir con plantas exóticas procedentes de otras latitudes. Lo siguiente que hace el filósofo alemán es pensar la ciudad en los mismos términos: la polis griega origen de la democracia es “un invernadero que servía para albergar a las personas que no habían vivido juntas antes” (Sloterdijk, 2008: 77). Queremos seguir la senda que Sloterdijk abre sobre la condición atmosférica de la política y pensar las asambleas desde ella para preguntarnos ¿qué atmósfera política traen a la existencia las asambleas del 15M?, ¿cuál es la arquitectura política que sostiene esas atmósferas?, ¿cuáles son los materiales con los que se construyen esas otras arquitecturas (literales y metafóricas) y se dota de cuerpo a la política?

En lo que resta del artículo introducimos primero la asamblea como un objeto urbano que reformula la condición del espacio público a través de una precisa metodología y el despliegue de una infraestructura digital. Describimos después el tránsito ambulatorio de la asamblea de un lugar para otro y la movilización de prácticas del cuidado en un ejercicio de ocupación rítmica de la calle que pretende ensamblar las múltiples temporalidades de sus participantes. En su ocupación de la calle, las asambleas al aire despliegan un lugar de apertura que trae al primer plano de la práctica política los cuerpos de sus participantes; un gesto recursivo que hace de esos cuerpos el material de su arquitectura política. Finalmente caracterizamos como una política en suspensión el ejercicio asambleario que airea públicamente las condiciones de posibilidad de una política sostenida por los cuerpos de quienes toman parte en ella. Nuestra discusión está informada por los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología, específicamente por algunas contribuciones de la Teoría del Actor-Red, un dominio que en la última década ha acometido el análisis de la democracia y que de manera específica se ha interesado por las condiciones materiales que la hacen posible (Latour; Weibel, 2005; Marres; Lezaun, 2011). Lo hacemos a partir del trabajo de campo que hemos realizado de manera colaborativa durante 12 meses mediante la participación en dos asambleas del 15M en Madrid, la asamblea popular del barrio de Lavapiés y la asamblea popular del barrio de Prosperidad; el presente artículo centra sus descripciones en la primera.

 

IMAGEN: Daniel Bobadilla – sinsistema. Licencia Creative Commons By-Nc-Sa.

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