Archivos desobedientes

Un blog que describe gráficamente con detalle y preciosismo las precarias infraestructuras de la ocupación del parque Gezzi (#Occupy Gezi Architecture). Una infraestructura urbana que amuebla la ciudad con una zona temporal autónoma en la forma de archivo (Archive TAZ). Una base de datos digital que documenta los apaños urbanos producto de la inventiva ciudadana en distintas geografías (Inteligencias Colectivas)… Archivos que intervienen en la ciudad y son también el efecto de otras intervenciones. Archivos que narran lo urbano e infraestructuran la ciudad. Archivos que aspiran a liberar espacios como el software libre abre la tecnología. En definitiva, archivos urbanos desobedientes, que no sirven para engranar el orden establecido sino para desafiarlo

En la última década los hemos visto proliferar por todas partes: archivos individuales y colectivos, grandes o pequeños, en formato digital, material, o una mezcla de ambos. El impulso archivístico impregna de una manera sutil y casi invisible nuestra vida cotidiana. Documentamos lo ordinario y tornamos lo mundano en un objeto mediático fijado en la forma de archivo: imágenes que pasan a nuestro teléfono móvil, textos que categorizamos en nuestros blogs, vídeos subidos a grandes repositorios de Internet, bases de datos dedicadas a cualquier tipo de objeto digital… Y una vez en el archivo, se abren mil y una posibilidades para nuevos acontecimientos. El archivo es siempre el fin de algo y el principio de alguna otra cosa, un umbral entre dos lugares y dos tiempos diferentes.

Sabemos que el archivo moderno surge en el siglo XIX como un instrumento esencial de los Estados emergentes. Una tecnología destinada a reunir información sobre la población y los territorios, los archivos amueblaron los gobiernos nacientes con detalles sobre las reclamaciones de tierras y las obligaciones fiscales. Fueron también en esa época instrumentos imprescindibles del proyecto colonial, una tecnología que ayudó a extender geográficamente el alcance de los gobiernos: se ponía orden a vastos territorios mediante la ordenación de enormes archivos. De manera resumida, el archivo ha sido tradicionalmente una tecnología de control en manos de las grandes instituciones. Jacques Derrida y Michel Foucault nos enseñaron décadas atrás a pensar en el archivo como un modo hegemónico de pensamiento y una forma de control de los ciudadanos. Foucault lo sintetizó de manera sencilla y contundente al describir el archivo como un “sistema de enunciabilidad”: el archivo establece lo que se puede decir y lo que no, sirve para la producción y autorización del discurso. Derrida va más allá al argumentar que el archivo contribuye a la producción de aquello que aloja: no sólo guarda hechos sino que contribuye decisivamente a producirlos.

Desobedientes
Frente a ese instrumento burocrático e institucional, hemos visto proliferar archivos radicales que han transformado su arquitectura y han redefinido radicalmente su función. El gran archivo del 15M constituye un ejemplo paradigmático. A los pocos días de la emergencia de la #AcampadaSol comenzó a constituirse un archivo destinado a documentar lo que estaba ocurriendo en el centro de la ciudad. Varios terabytes de contenido digital, pancartas y otros materiales son ahora preservados y cuidados en el Centro Social Autogestionado Tres Peces Tres en Lavapiés. Si la acampada dotó a la plaza con una infraestructura para habitarla de otra manera, el archivo de Sol amuebló la ciudad con un nuevo órgano para su memoria. Y ese particular impulso por preservar la memoria y narrar la ciudad viajó a los barrios a través de las asambleas que, concienzudas en las minutas de sus reuniones e insistentes en la narración de sus acciones, dieron cuenta de la ciudad que estaban reinventando.

Hemos escuchado repetidamente durante el último lustro que las tecnologías digitales han cableado las nuevas formas de activismo y práctica política; apenas hemos reparado, sin embargo, en la transformación radical del archivo en el nuevo clima de reinvención política. Solo algunos/as se han dedicado a pensar el lugar del archivo en el nuevo escenario político. Mi colega Ernesto García me decía que recientemente tomó conciencia de la dificultad para acceder a una parte de la memoria del activismo madrileño de la década de los noventa. Es probable que aquí y allá puedan encontrarse restos de lo que aconteció entre colectivos okupas, anarquistas, autónomos… pero la memoria está diseminada, no es pública y resulta de difícil acceso. Un ejemplo excepcional que explora la posibilidad y evidencia la necesidad de equipar al activismo político de tecnologías de archivo es la iniciativa con sede en Londres MayDay Rooms, en sus propias palabras el proyecto se define como: “an active repository, resource and safe haven for social movements, experimental and marginal cultures and their histories”.

La cuestión no es sencilla, porque pareciera que los tiempos, infraestructuras materiales, dedicación y cuidados que requiere el archivo desafían a menudo las posibilidades de muchos proyectos activistas. Sin embargo, tenemos suficientes evidencias para decir que el archivo es un dispositivo de excepcional relevancia política. Los archivos que han proliferado en los últimos tiempos han alimentado la imaginación desobediente, han equipado los aprendizajes del activismo y han amueblado espacios urbanos para la experimentación política. En manos de las iniciativas ciudadanas el archivo, como dice el antropólogo Arjun Appadurai, deja de ser un instrumento para la memoria y se convierte en un dispositivo para la imaginación, una tecnología de la aspiración. Archivos desobedientes que no son construidos por el Estado sino liberados por los ciudadanos y que no extienden el control sino que lo contestan. Son instrumentos que más que recordar el pasado animan las aspiraciones de un futuro distinto: en manos de los ciudadanos, los archivos han sido liberados.

Urbanos
Hay un aspecto distintivo de algunos archivos que hemos visto proliferar en tiempos recientes. #OccupyGezi Architecture, Archive TAZ (de Todo por la Praxis) e Inteligencias Colectivas (de Zoohaus), son todos ellos archivos que mantienen una íntima relación con la ciudad. Hacen de esta su lugar de residencia y espacio de intervención, documentan lo que ocurre en ella al tiempo que la amueblan con nuevas infraestructuras: archivos que narran e infraestructuran. Los ejemplos son innumerables y abundantes especialmente entre los colectivos de arquitectura. Estructurado como un archivo desde su punto de partida, el proyecto de Increasis (también de Todo por la Praxis) fue lanzado como un repositorio de los desmanes de la especulación inmobiliaria. La Declaración de los Derechos Urbanos, de Zuloark, recopila las aspiraciones por una ciudad diferente al tiempo que experimenta con la infraestructura del archivo.

Pese a la constatación de la emergencia del archivo, es singular la desatención teórica y la invisibilización práctica que ha sufrido en determinados contextos. Frente al afán por construir mapas, pareciera que nadie se interesa por el archivo aunque muchas de esas cartografías son, en realidad, la visualización parcial de archivos que permanecen invisibles. Me atrevería a decir que el enorme catálogo del Vivero de Iniciativas Ciudadanas, que muy habitualmente recurre al vocabulario del mapa y la cartografía para describirse, puede pensarse de manera productiva como un ejercicio de archivo. Pudiera parecer trivial pero nombrarlo en uno u otro sentido abre diferentes posibilidades a nuestra práctica y nos ayuda a identificar diferentes oportunidades políticas.

El archivo es una figura con tradición en el pensamiento urbano. Hace casi un siglo Walter Benjamin trazó esa analogía por la cual es posible pensar la ciudad como un gran archivo histórico: recorrer sus calles es navegar el archivo de la historia urbana. En otras ocasiones el archivo ha sido el lugar donde se guarda la memoria de la ciudad: la ciudad dentro del archivo. El archivo y la ciudad tienen una relación diferente en los casos mencionados. El archivo no es una metáfora ni la ciudad es únicamente el objeto de una práctica documental. Nos encontramos con archivos que expanden las intervenciones ciudadanas hacia otros lugares y momentos y generan condiciones para la experimentación urbana. Archivos que no pueden reducirse al gesto documental porque están atravesados por un impulso profundamente infraestructural, el que anima la experimentación con nuevas arquitecturas de archivo. El archivo es un repositorio de documentos, pero es también una singular arquitectura urbana.

La Declaración Universal de los Derechos Urbanos comenzó como un repositorio de entrevistas digitales sobre los derechos urbanos para ser traducida posteriormente en un parlamento urbano. El repositorio de lo dicho se convirtió en un foro de lo que estaba por decir. La Declaración, como otros de los referidos, nos pone sobre la pista de archivos singulares archivos en los cuales la ciudad no se guarda sino que se fragua. Son archivos que modelan lo urbano a través de sus arquitecturas particulares y dan vida a otra manera de practicar la calle y habitar la plaza. Infraestructuras que narran la ciudad y arquitecturas que la transforman: el archivo como género urbano. Si el archivo es en su etimología, literalmente, un lugar, nos encontramos ante nuevos lugares urbanos. Lugares-archivo donde la ciudad se hace, se aprende, se experimenta y se construye. Son lo que querría llamar archivos urbanos.

 
Referencias implícitas
Appadurai, A. (2003). Archive and Aspiration. In J. Brouwer & A. Mulder (Eds.), Information is Alive: Art and Theory of Archiving and Retrieving Data (pp. 14-25). Rotterdam: NAj Publishers.
Corsín Jimenez, A., Estalella, A., & Colletive, Z. (2014). The interior design of [free] knowledge. Journal of Cultural Economy, 7(4), 403-515.
Flood, C., & Grindon, G. (2014). Disobedient Objects.
Foucault, M. (1970). The Order of Things. London: Routledge.
Derrida, J. (1996). Archive Fever: A Freudian Impression. Chicago: University of Chicago Press.
Featherstone, M. (2006). Archive. Theory, Culture & Society, 23(2-3), 591-596.
Geiger, T., Moore, N., & Savage, M. (2010). The Archive in Question. CRESC Working Paper Series, 81.
Lafuente, A. (s/d). Los laboratorios ciudadanos y el anarchivo de los comunes
Osborne, T. (1999). The ordinariness of the archive. History of the Human Sciences, 12(2), 51–64.
Stoler, A. L. (2009). Along the Archival Grain. Thinking through colonial ontologies. Princeton and Oxford: Princeton University Press.

 

Imagen: Archive TAZ, Todo por la Praxis.

 

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